Pues aquí vuelve la crónica de la despedida de soltero de Miki, tras haber conseguido nuevas instantáneas del viaje. Después de las no se cuantas horas de viaje y haber llegado a las 4 de la madrugada a Tarifa, nos echamos un sueño reparador y al despertar primero nos metimos un buen desayuno (inglés para alguno, campesino creo que se llamaba para otros, a base de tortilla de cebolla y jamón de york... rico rico) y planeamos el día; alquilamos una tabla de surf al personajillo al que le habiamos pillado el apartamento y nos fuimos a una playita a hacer el gandul. Encontramos una zona de barros donde nos restregamos todo el cuerpo como si de lechoncillos se tratase (muy recomendable, la piel se quedaba suave suave como el culito de un nene). Unas cervecillas, una siestecilla algunos, agüita... lo cierto es que la playa estaba plagadita de gente haciendo kitesurf. No lo practicamos pero en otro viaje quizás nos de por ahí. Después de tirarnos toda la tarde en la playa haciendo nada, el vago (de hecho no recuerdo si comimos algo o si hasta se nos pasó) volvimos para Tarifa y mientras una parte se iban a la casa a descansar y a ir preparandose para la parranda nocturna otros nos pilamos la tabla y nos fuimos en busca de algún sitio donde poder coger alguna ola. Y lo conseguimos, lo justo como para que Vicen se estrenase (y creo que le moló mucho) y de vuelta a casita.
Duchita y el grupo del tablero de ajedrez (unos de negro y otros de blanco y sin habernos puesto de acuerdo) localizaron un argentino donde iniciar la pitanza. Allí Miki nos soltó un discurso (por supuesto a petición de los porculeros Juanjo y el chache) donde se emoncionó pero no llegaron las lágrimas al río. Con lo cual nos pusimos a ello después de unas copas y conseguimos que nuestro querido Miguel Angel llorase por lo féliz que estaba de tener unos amigos como nosotros (ole y ole). Continuamos a copas (bastos, oros y espadas), encuentro con despedida de soltera (la muchacha que se casaba me dijo que yo era el fumeta del grupo y el cabroncete, que equivocada que estaba la jodia a parte de borracha). Terminamos la noche el el Cafe del Mar. En la zotea del garito había unos sofas donde algunos cayeron rendidos y donde disfrutamos (al menos algunos de nosotros)de como una joven se duchaba con la ropa puesta (de película). A la salida? A correr los sanfermines (con un carrito de mercado, mucho más peligroso que los cuernos de un toro). Continuará...
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